No, las hamburguesas no son un invento americano. Hoy te vamos a descubrir de dónde vienen realmente las hamburguesas.
Cuando alguien menciona la palabra "hamburguesa", es fácil imaginar un día soleado en Estados Unidos, con parrillas humeantes, ketchup como si no costara y un refresco burbujeante de color negro.
Pero ¿y si te dijéramos que las hamburguesas no son un invento americano? Lo sabemos, acabamos de echar por tierra uno de los mitos que más te creías a pies juntillas (hay cosas peores, pero no vamos a hablar de cómo se hace el mejor café del mundo…).
Si no tienes mucha prisa, quédate por aquí, que vas a descubrir de dónde vienen realmente las hamburguesas.
Tampoco hace falta tener un doctorado en Lingüística para deducir que “hamburguesa” es el gentilicio femenino de Hamburgo, la ciudad alemana conocida por su gigante y próspero puerto.
Al parecer, la industrialización imparable de la ciudad y el ritmo de vida pisando el acelerador como si no hubiera un mañana demostraron la necesidad de un alimento fácil de preparar y de alto valor energético.
De hecho, muchas familias hamburguesas (de Hamburgo) siguen disputándose el honor de haber “inventado” la primera hamburguesa de la historia. Pero vete tú a saber si antes había existido un genio al que se le había ocurrido meter un trozo de steak entre dos panes redondos.
Ojo, que no estamos hablando de la hamburguesa que todos devoramos hoy día, las que están realmente curradas como nuestras smashburgers. Nos referimos a una hamburguesa sencillita, sin ni siquiera pan (¡Dios santo bendito!), con lo justo y necesario para llenarse el estómago y echar a correr, o lo que cada uno hiciera en esa época.
Originaria de esta ciudad o no, estos marineros alemanes (y los inmigrantes que querían probar suerte en otro lugar) llevaban a bordo un “filete al estilo de Hamburgo” para el largo viaje.
Así, allá por donde pasaban, fueron popularizando este tipo de carne, siendo Estados Unidos (aquí sí) donde más fama ganó. Tanto es así que fueron hasta tres los candidatos estadounidenses que afirmaban haber sido los primeros en servir el “filete al estilo de Hamburgo” pero al estilo americano.
En fin, nosotros hemos venido a hablar de nuestro libro, no a descubrir el eslabón perdido de las hamburguesas modernas. Así que, sea como fuere, con el tiempo, y ya en el siglo XX, la hamburguesa fue conquistando el corazón y el estómago de cada vez más estadounidenses, hasta alcanzar las formas, las recetas y los sabores que podemos encontrar en la actualidad.
Desde el clásico de queso y pepinillos (sí, las hamburguesas necesitan pepinillos) hasta versiones gourmet con fuagrás o trufas, este plato tiene más versiones que una canción de los Beatles.
Pero lo que hace especial a una hamburguesa es la manera de prepararla: carne a la plancha hasta que queda tostadita por fuera, jugosa por dentro y con un sabor que ya quisiera pillar aquel marinero de Hamburgo…
Porque no, las smashburger que creamos en Hideout no son comida rápida: son una delicatessen (otra palabra alemana) hecha con muuucho amor y dedicación. La única rapidez es con la que te las comerás de lo buenísimas que están.
Pues dos cositas:
Primero, la próxima vez que alguien te diga que las hamburguesas son típicamente americanas, dile nanein y corrígelo con una pizca de historia reciente.
Y segundo, si lo que te dicen es que las hamburguesas son comida rápida o similares, que se pasen por Barcelona y prueben las smashburgers de Hideout, diseñadas en Brasil y hechas aquí: le quitaremos esa blasfemia de la cabeza al primer bocado.
¡Le esperamos (y a ti también) en nuestra hamburguesería de Poblenou y de El Eixample!